José Saramago escribió «déjate llevar por el niño que fuiste» y así lo ha hecho el escritor malagueño Juan Carlos Mantilla en su primera novela ‘En busca de la infancia perdida’, que presentará el viernes 11 de abril, a las 20.00 horas, en la Casa de la Provincia de Sevilla.

Esta novela ha sido para su autor un sueño hecho realidad, fruto de un trabajo constante y tenaz de creer en sí mismo y de la necesidad de contar al mundo, desde los ojos de un niño, cómo fue su infancia durante la Transición Española.

‘En busca de la infancia perdida’ ya se ha presentado en Málaga y en Granada, donde ha cosechado un gran éxito, y ahora toca el turno a la capital hispalense, donde Juan Carlos Mantilla espera obtener la misma acogida deseando que guste mucho a los lectores.

¿Como surgió la idea de escribir esta novela?

Desde que era pequeño siempre quise escribir, recordar las cosas que había vivido, sobre mi familia, el colegio y  el pueblo donde nací, Antequera, y así fue como me puse manos a la obra para contar esta histora, estas «memorias entre sonrisas y cierto regusto amargo».

¿A qué tipo de publico va dirigido?

Es una novela amena, divertida y fácil de leer. Estoy seguro de que gustará al público en general. Si bien es cierto que las personas que podrán entenderla mejor son aquellas que como yo vivieron a finales de los años 40-50,  en la época del postfranquismo más virulento. Alguien me dijo en una ocasión: «lo que has escrito es un legado para tus hijos» y es exactamente lo que yo quiero trasladar a las generaciones futuras: las circusntancias históricas, familiares o religiosas que marcaron la historia y vida de la España de entonces.

‘En busca de la infancia perdida’, un título con cierto regusto amargo, como sugieres en la portada del libro…

Una infancia no exactamente perdida, sino más bien aparcada en un pasado nunca olvidado. He tratado de rescatar esos años de semiolvido en las brumas del pasado, donde me enfrenté a los ángeles y demonios familiares, a una represiva educación religiosa y a las contradicciones sociales y políticas que emepezaba a descubrir.

En el libro haces una crítica dura a la educación y creencias religiosas de aquella época, de la que aún hoy día quedan algunas pinceladas…

Exactamente así es. Fueron unos años muy oscuros. Imagina la visión de una criatura que con 7 años es enviado a un internado de la orden religiosa de los Jesuitas,  a 300 km de su casa , y allí lo someten en los primeros tres días a un lavado de cerebro verdaderamente increíble: sermones cada tres o cuatro horas, libros por todos los pasillos del colegio que versaban sobre el pecado, el infierno, la eternidad…una serie de cosas que para un niño tan pequeño eran incomprensibles. Y lo peor de todo era que nadie te explicaba, ni te daba razones de nada. Incluso en los años siguientes, en los que ya uno era más consicente de la realidad, te seguían perturbando con las mismas doctrinas.

¿Cómo crees que estas críticas puedan sentar en Andalucía donde la fe católica tuvo y aún hoy día, aunque no lo parezca, sigue estándo presente en menor o mayor medida?

No creo que pueda sentar mal porque mi objetivo no es insultar ni ofender, sino simplemente contar las vivencias del niño que fui, mi forma de ver lo que viví y cómo lo hice en aquellos años.

¿Crees que muchas personas que vivieron en aquella época puedan indentificarse con las historias que narras en la novela?

Seguramente. Unos lo entenderán y aceptarán con elegancia y otros lo rechazarán  sin querer entenderlo, pero así es la vida real y así fue cómo pasó.

Haces referencia a personajes que marcaron tu infancia, ¿puedes presentarnos a algunos de ellos?

Mi maestro de primeras letras, Don Claudio, fue mi amigo y mi profesor. Nos mandaba las planas o deberes y al día siguiente, a mi hermana Pilar, que era un poquillo flojilla, y a la que se le olvidaban hacerlas,  él con una voz muy socarrona, le decía: «ay, esta niña, qué perruna me está saliendo» y le tiraba de una orejita, pero con un cariño y una ternura tremenda. Para mí fue una persona entrañable e inolvidable.

Otro de los personajes curiosos del libro fue mi niñera, Carmen La Gorringo, que fue más que una madre para nosotros, la que nos levantaba, nos acostaba, nos llevaba por la mañana al cuarto de nuestros padres a darles el besito de buenos días y la que batallaba con nosotros en el cuarto de plancha, donde la volvíamos loca. Y de vez en cuando mi madre asomaba por allí a ver si habiámos sido buenos y ella siempre respondía: «los niños están siendo muy buenos», aunque fuese mentira. Jamás en la vida podré olvidarla.

Y por último, no puedo dejar de mencionar a mi abuelo, con el que tuve una amistad y un cariño enorme, lo que, por el contrario, no tuve con mi padre. En una parte del libro narro las travesuras que hacía con él. Son vivencias imborrables de la infancia.

Un pajarillo me ha dicho que para finales de año tienes una sorpresita preparada, ¿nos puedes avanzar algo?

Estamos pensando en trabajar ya en la segunda novela, que curiosamente fue la primera en el tiempo, la que escribí primero. Os puedo adelantar que tendrá algo que ver con una «salita». De momento estamos preparando el manuscrito para poder lanzarlo de cara a la Navidad, si es posible. Así que estad atentos.

Tenías un sueño y lo has cumplido. Las cosas sabemos que no son fáciles, ¿a todas las personas que tienen un sueño, qué les dirías?

Una cosa muy sencilla que no es tan sencilla: que nunca tiren la toalla, que sigan creyendo en ellos pase lo que pase, porque si dejan de creer en ellos, ¿cómo van a esperar que los demás lo hagan?. Como decía Almafuerte: «no te des por vencido ni aún vencido» y lo reforzaba Walt Whitman: «no permitas que nadie te arrebate el derecho a expresarte que es casi un deber».

Quiero agradecer a Juan Carlos Mantilla, al que admiro profundamente, que me haya concedido esta entrevista en exclusiva y desde aquí, mi humilde espacio de letras, desearle todo el éxito que se merece.

Os adjunto la invitación a la presentación de la novela por si queréis descargarla. Estáis todos invitados.

Descargar invitación aquí

Autor

Periodista colegiada, especialista en marketing digital, creación de contenidos y comunicación corporativa. Me apasionan las nuevas tecnologías, la televisión, la moda y el mundillo beauty.

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